La Flor

Era hora que mi reloj biológico proclamara lo que es suyo y cansado de despertar a horas de almuerzo, no me dejara concebir el sueño hasta tan tarde. Así qué aprovechando el repentino boicot de mi propio cuerpo, he decido tratar de desenredar este torbellino que crece dentro mío.

Recuerdo que hace algún tiempo le huía a lo inevitable, a una de las esencias humanas que muchos artistas anhelan y plasman. Creía que ese no era el momento, temía por mi integridad emocional que ya de por sí, en aquella época, colapsaba. Miraba el tiempo pasar y las oportunidades para sentir, para vivir lo que mis entrañas deseaban. Todo era tan peligroso como "andar en una cuerda floja sin tener equilibrio en los pies".

Pero ahora el tiempo ha cambiado, mis emociones se estabilizaron y el escenario cuenta una historia totalmente diferente. Y sin proponer protagonista, ni guiones establecidos, arribe un viaje sin rumbo fijo. Todo es nuevo, y llega con ese aroma característico que jamás quiere que se acabe. Con las mariposas y toda la selva que estruje hasta el último nervio, y hacen tomar vuelo. 

Y como algo nuevo, desconocido, por momentos me siento perdida. Temo, y temo por sentir algo que sólo yo siento, temo por sobrepasar mis propios límites, por quedarme siendo sólo yo en un cuento de dos. Y es que moldeé una perspectiva dura y correcta de mí misma ante los demás que este es mi único medio para desahogarme; y tratar de comprender a qué realmente considero una verdadera película de terror. 

Si tan sólo entendieran que tan pequeña me siento al dar vueltas por mi cama queriendo detener el tiempo; dejando que mi cuerpo exprese, hasta quedarse sin aliento, lo que sucedió hace momentos. Soñando a que quebranto lo establecido y me desato ante lo salvaje. Siendo tan débil y frágil, porque lo soy, y temo, pero no me arrepiento.





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